Comenzamos nuestra andadura audiovisual con la intención de demostrar que el objetivo de este ilusionante proyecto no es otro que el de fomentar la autoestima, creatividad y empatía dando entrada a todo nuestro alumnado, tan diverso y tan variado, tan rico en anhelos, tan pobre en soberbia, y qué mejor forma de abrir este telón de ilusiones con la renovación y transformación de un espacio mítico en el que hubo vida, pero esta fue dando paso poco a poco a la degeneración y acúmulo de materiales, antaño con vida, ahora vencidos por el inexorable paso del tiempo, repletos de polvo y miseria, que con sus caprichos y su fuerza se han jactado del hipnótico poder de su esencia, disuelto en un campo de nubes grises de algodón, que no son sino las nubes eternas que encumbran de tristeza al más cauteloso de los pantanos de cemento sujetos a la ley del tiempo.
En esta andadura, vamos a hacer que la vetusta casita de esos conserjes de los 80 y 90 deje de ser ese universo doméstico y repleto de escenas familiares para convertirse en el área de los caprichos audiovisuales, para que este microcosmos llamado instituto Isaac Peral pueda disponer de áreas de trabajo en donde la ficción, la realidad, la fantasía y, por qué no, el encanto de una tertulia placentera nos sumerjan en un nuevo universo embrujado y encantado por el más poderoso de los lenguajes: el de la educación. Comienza nuestra peregrinación al lugar donde lo acústico y lo visual se darán la mano en un, esperamos, largo periplo de entendimiento, fortuna y progreso.
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